martes, 14 de julio de 2009

La prensa un arma de doble filo.


En los años 70s la prensa fue una heroína. Bueno, no precisamente la prensa, sino dos periodistas (Carl Bernstein y Bob Woodward) que se valieron de ella para lograr algo necesario e histórico: la dimisión del presidente Richard Nixon, el resto de la historia ustedes la conocen, se llama Watergate.

Pero ¿qué pasa cuando nos toca voltear la moneda? ¿Qué hay del otro lado? Vámonos al año 1997, cuando murió Lady Di (la Princesa Diana Spencer). ¿Sería muy exagerado apuntar que la prensa la mató? No precisamente la prensa, sino un paparazzi con sed de capturar con su lente a la princesa con su amante, para alimentar su ego “profesional”. ¿Y es que acaso al mundo realmente le importaba que Lady Di tenía un amante? O sea, de por Dios ¿ayudaba en algo al mundo esa “noticia”?

Ahora aterricemos en 2009 hace algunas semanas, el quemado y requete mencionado caso Michael Jackson. No hay que morir físicamente, basta con que te maten en vida, como le hicieron a Michael Jackson, a quien la prensa se dedico a difamar hasta que ya no se pudo más. El mismo periodista Gay Talese declaró que “Michael ya había muerto difamado por la prensa”. “Él comenzó a morir cuando las acusaciones llegaron a los titulares, en complicidad con los acusadores estaba la prensa estadounidense”, declaró el periodista.

Me atrevo responsablemente a citar un caso local, el de Vivian Lubrano. Si bien es cierto que la señora sí cometió un delito y le toca cárcel por ello, no es menos ciertos que el trabajo de la prensa no es servir de jueces ni verdugos, sino de denunciar los hechos y que sea el sistema de justicia (independientemente de si sirva o no) quien se encargue de hacer el resto. Y a propósito del tema, ¿por qué nadie acabó con Hipólito, presidente de turno cuando ocurrió el fraude? ¿Y José Lois Malkum, quien era gobernador del Banco Central cuando salió a la luz el lío? Y que conste, esto no se trata de defender a la señora (eso no le corresponde a este blog ni a ningún medio) es dejando sobre el tapete la reflexión de si actuamos bien cuando hacemos de verdugos.

Casos hay miles, Britney Spears, Paris Hilton y hasta la misma Nikaluly De La Mota. El caso no es si cometen o no errores, o si son o no culpables. Aquí el verdadero reto es asumir con responsabilidad esta profesión y no dedicarnos a poner la soga al cuello cuando no es a nosotros que nos corresponde, no nos atribuyamos funciones que no nos tocan. Periodistas, denunciemos, no condenemos.

Fuente: ahiequeprende.com

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